¡Cuántas veces hemos oído este refrán! Para todo hay gustos pero el chocolate a la taza suele preferirse espeso, con cierta consistencia. He encontrado una curiosidad sobre el chocolate espeso, con muchas referencias, y distintas explicaciones del refrán, sin autor.
En el siglo XVII se debatía si el chocolate rompía o no el ayuno cristiano. Parece increíble para nuestra época pero en aquella fue un tema muy polémico y se escribieron muchos tratados a favor o en contra del chocolate. Los detractores argumentaban que todos los alimentos nutritivos o completos violaban el ayuno, lo que incluía al chocolate. En 1636 Antonio de León Pinelo en su obra Question moral si el chocolate quebranta el ayuno eclesiastico, determina que el asunto debe centrarse en el estado sólido o líquido del chocolate. Si era sólido se trataba de comida y no se podía tomar en tiempo de ayuno.
En cambio, en 1662 el cardenal François Marie Brancaccio se declaró partidario del chocolate en su sentencia Liquidum non frangit jejunum (El líquido no infringe el ayuno). Para él era una bebida. Y la iglesia admitía su consumo siempre que no se le añadiera leche o huevos.
Mientras, el pueblo, más práctico, discutía acerca de cuál era la mejor forma de tomarlo. Algunos lo preferían a la española, es decir, espeso o más cargado de cacao; otros a la francesa, más claro y diluido en leche. La mayoría se inclinó por el chocolate más consistente, por lo que la expresión Las cosas, claras y chocolate, espeso se popularizó en el sentido de llamar a las cosas por su nombre. Otra variante sería El agua, clara, y el chocolate, espeso. Cada cosa debe ser como es.
Por último, la variante Las cuentas, claras, y el chocolate, espeso aconseja transparencia en temas económicos para evitar ser engañados. Como en Las cosas, claras, y el chocolate, espeso las relaciones sociales deben funcionar de esta manera, sin trampas, y el chocolate, para ser bueno, debe ser espeso.
Con tu permiso, incluyo un enlace a esta publicación en mi blog.
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